Dreamland es un viaje al mundo de los sueños: un espacio sin límites donde la imaginación toma forma y el color se convierte en experiencia. Cada pieza revela su propio territorio, lleno de símbolos y personajes que inspiran nuevas formas de expresión. Más que una colección, es una invitación a soñar despierto.
El espíritu juguetón que convierte el viaje en un juego y la vida en una celebración. Su risa resuena como música que aligera las cargas del camino, recordando a todos que incluso en la adversidad hay espacio para la alegría. Gaspar enseña que la ligereza también es una forma de sabiduría, y que bailar puede ser tan valioso como luchar.
El oráculo que ve más allá, revelando que el destino está escrito en lo que se ha vivido. No predice futuros desligados de la experiencia, sino que interpreta las huellas del pasado para mostrar los caminos por venir. Basilico es la memoria convertida en visión, un maestro en transformar huellas en lecciones y el tiempo en brújula.
Un viajero misterioso que no teme perderse, pues sabe que incluso los desvíos conducen a un destino. Su aullido resuena con las voces de las almas errantes, un canto de advertencia y esperanza al mismo tiempo. Dante recuerda a quienes lo escuchan que perderse también es un camino, y que solo quienes se atreven a vagar sin dirección pueden descubrir horizontes invisibles para los demás.
La fuerza que trae orden al caos y convierte cada paso en una decisión. No alza la voz ni se impone, pues su sola presencia basta para que el desorden encuentre forma y dirección. Teodor es la certeza en medio de la confusión, el faro que muestra que la disciplina no sofoca, sino que abre camino.
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